Durante esta semana se ha hecho efectiva la adquisición de Liberty Media de la Fórmula 1, por un valor total de 8.045 millones de dól. En la actualidad, tras el reparto de beneficios y la cobertura de gastos, el beneficio completo de este deporte es de unos 480 millones de dólares.
Sin embargo, el grupo de telecomunicaciones estadounidense ya tiene algunos planes de cómo rentabilidad la Fórmula 1, convertirla en un deporte espectáculo a la altura de la Nascar norteamericana y, por descontado, conseguir el máximo beneficio posible.
La limitación del reparto de beneficios
En principio el problema más difícil de superar será el de la limitación del reparto de beneficios. El contrato actual, que dura hasta 2020, potencia las grandes escuderías, mientras que arruina a las más pequeñas. Este desajuste quiere ser subsanado y convertir la Fórmula 1 en un duelo de equipos igualitarios, permitiendo a escuderías como Force India o Williams acceder a desarrollos tan notables como los de Ferrari o Mercedes.
El inconveniente es que, como resulta lógico, los que ahora son más beneficiados por el reparto presupuestario, que son las grandes escuderías, ya se han enfrentado a decisiones de este tipo con amenazas de abandonar la competición. Liberty Media, previsiblemente, no dejará de aplicar este equilibrio presupuestario, por lo que el reto será hacerlo sin perder a grandes marcas por el camino.
El comodín estadounidense
Una de las ventajas con las que cuenta Liberty Media es que su inversión se ve respaldada por la voluntad de crear nuevos circuitos estadounidenses, convirtiendo al país en el que más carreras celebre en el futuro. Ciudades como Nueva York, Miami y Las Vegas se unirían así a Austin (Texas), para incrementar el número de circuitos anuales considerablemente, lo que equivale a más ingresos publicitarios, derechos de televisión, abonados, asistentes, etc.
Del mismo modo, la normativa se piensa regularizar hacia una simplicidad mayor, tanto para que el público entienda mejor las decisiones sobre las carreras, como también para que el objetivo deportivo de llegar a la meta pese más que otras decisiones que, actualmente, limitan el espectáculo.